DT

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viernes, 9 de agosto de 2013

Agostos lentos.

Cada vez consigue olvidar.
Cada vez que consigue continuar.
Y dejar de pensar.
Cada vez que las preocupaciones se esfuman.
Y mitiga la ansiedad.
Cada vez que parece que todo vuelve a su sitio.
Que ya no le importa si está bien o si está mal.
Que sea blanco, negro, burdeos o coral.
Cada vez que ya no necesita el 'buenos días, bonita ¿cómo estás?'
Y se le pasa lo de llorar.
Cada vez que todo eso. Regresa.
Y el mundo se vuelve del revés.
Y se para.
Y deja de girar.
Y me falta el aire, no consigo respirar.
Ni decirle que me deje. Que me olvide. Que pare ya. Que no le quiero, que me agota y me mata.
Por que nada es verdad.
Al igual que empezar escribiendo en tercera persona y acabando en propiedad.
Como queriendo engañar.