DT

DT

domingo, 30 de septiembre de 2012

Si te dijera que me haces falta.
Porque así estoy mejor.
Porque así olvido el mundo.
Y me gusta la lluvia.
Y las nuves.
Y el sol.
Si te dijera que cuando digo que con eso basta.
Que me da igual.
Que estoy bien.
Que no quiero más.
Miento.
Si te dijera que hago como que me olvido.
Que hay segundos de esperanza.
Desvanecidos.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Siempre

Empiezo a escribir.
Me tiembla el pulso.
Y con él el corazón.
Se me encoge el estomago.
Y con él el alma.
Y lloro.
Porque no puedo expresar todo lo que siento,
todo lo que ha habido,
todo lo que hay
y todo lo que habrá.
Gracias.
Gracias por existir.
Gracias por compartir mi sangre, mi vida y mi amor.
Gracias por el apoyo.
Por las sonrisas.
Los enfados.
Incluso las peleas, los moratones y alguna que otra luxación.
Mataría cien veces.
Moriría cada día de mi existencia.
Si con ello consiguiera vuestra felicidad.
Estoy orgullosa de vosotros.
De lo que sois.
Y si naciera mil veces,
mil veces pediría teneros conmigo.
Os quiero, os amo, os adoro.
Diría más,
pero no se han inventado las palabras.
Y jamás nadie podría.
Por todo ello y por mucho más me atrevo a decir,
en contra de todos mis principios,
un siempre.
Siempre.
Siempre.
Siempre.


miércoles, 2 de mayo de 2012

Subiendo

Hoy me han dicho que la vida es maravillosa.
Hoy me han dicho que las medias naranjas existen.
Hoy me han dicho que si ayer lloraste, mañana sabrás sonreír más y mejor.
Hoy me han dicho que tengo un don.
El don de saber el algo.
Que existe ese algo.
Ese algo que nos hace especiales a unos pocos.
Hoy me han dicho que todo lo malo tiene su bueno, si no, no sería malo.
Hoy me han dicho que pare, que me siente.
Que me escuche.
Que me hable.
Que me ame.
Hoy me han dicho que sería inhumana si no temiera.
Hoy me han dicho que es inevitable sufrir.
Pero no lo es sufrir más de lo que necesitamos.
Hoy me han repetido que no me castigue por no llegar.
Porque todo llega y la paciencia se labra con el tiempo.
Que no hay nada de banal en esperar.
Que lo banal sería no esperar nada y dejar de aspirar.
Hoy me han dicho todo lo que ya sabía.
Hoy me han dicho tanto en tan poco tiempo que, por un instante, he dejado de dudar.
Hoy ha sido un buen día.

Cerrado por derribo

"Este bálsamo no cura cicatrices, esta rumbita no sabe enamorar, este rosario de cuentas infelices calla más de lo que dice pero dice la verdad. 
Este almacén de sábanas que no arden, este teléfono sin contestador, la llamaré mañana, hoy se me hizo tarde, esta forma tan cobarde de no decirnos que no.
Este contigo, este sin ti tan amargo, este reloj de arena del arenal, esta huelga de besos, este letargo, estos pantalones largos para el viejo Peter Pan.
Esta cómoda sin braguitas de Zara, el tour del Soho desde un rojo autobús, estos ojos que no miden ni comparan ni se olvidan de tu cara ni se acuerdan de tu cruz.
No abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón tan maltrecho y ajado que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación de saber que estos son los últimos versos que te escribo, para decir "con Dios" a los dos nos sobran los motivos.
Esta paya tan lejos de su gitano, este penal del Puerto sin bis a bis, esta guerra civil, este mano a mano, estos moros y cristianos, este muro de Berlín.
Este virus que no muere ni nos mata, esta amnesia en el cielo del paladar, la limusina del polvo por Manhattan, el invierno en Mar del Plata, los versos del Capitán.
Este hacerse mayor sin delicadeza, esta espalda mojada de moscatel, este valle de fábricas de tristeza, esta  duda, esta certeza, esta colmena sin miel.
Este borrón de sangre y de tinta china, este baño sin rimmel ni nembutal, estos huesos que vuelven de la oficina, dentro de una gabardina con manchas de soledad.
No abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón tan maltrecho y ajado que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación de saber que estos son los últimos versos que te escribo, para decir "con Dios" a los dos nos sobran los motivos."

domingo, 22 de abril de 2012

Verano

Es verano
Estoy en el mar
Creo que la orilla está cerca
Pero no logro verla
Derecha
Izquierda
Doy vueltas sobre mí
Vueltas
Vueltas
Más vueltas
Siento que perderé las fuerzas de un momento a otro
Me hundiré
Tocaré la profundidad
Miraré hacia arriba
Y veré el sol filtrandose en el agua
Rayos que se dispersan en el frío
Veré el cielo dando color
Flotaré en el fondo
Y caminaré en la arena virgen
Junto a los corales, peces y estrellas
Pero no, no me canso
Me sorprendo
Sigo dando brazadas para mantenerme a flote
Sin decidir
Derecha o izquierda
Tratando de divisar la orilla
Derecha o izquierda
Se que no debería reirme
Cada respiración es vital
Pero las carcajadas que tantas veces me dominan vuelven
Y allí me quedo, riéndome como si eso fuera a sacarme del apuro
Perdiendo fuerza por la boca
Sigo riéndome
Se ve que me hace gracia saber que puedo ahogarme si no decido derecha o izquierda
Pero más gracia me hace saber que me ahogaré si me quedo quieta y además sigo riendo, riendo y riendo sin parar.
Y de repente me acuerdo de que me encanta el agua, y nadar, y hundirme, y aguantar la respiración hasta perder el conocimiento observando la superficie desde abajo.
Dejo de luchar y a carcajadas elijo hundirme sin intención de volver a subir, feliz.

jueves, 19 de abril de 2012

Dónde

Te extraño.
Y por más que busque.
No te veo.
Ya no te siento.
Dónde estás
Dónde marchaste.
Dime dónde.
Dime dónde.
Y te traeré de vuelta.
Dime cómo.
Dime cómo.
Y volveremos ser, tú y yo.
Aquella niña.
Niña de sus ojos.
Enamorada del amor.
Valiente.
Fuerte.
Dónde estás.
Dime, dónde.
Te dejé ir.
Dejé ir.
Esas alas de princesa.
Esas sonrisas por nada.
Esa mirada inocente.
Esa cabecita loca.
Echo de menos sus suspiros.
Su aliento.
Su ilusión.
Su incapacidad al mentir.
Su manera de querer.
Lo cabezota que era.
Y como rechazaba los noes enfadada.
Sus idas y venidas a ninguna parte.
Echo de menos incluso el llanto de madrugada.
El llanto en silencio por no entender.
Las lágrimas por el no saber.
Por ser como era.
Dónde estás.
Dime dónde.
Dime dónde.
Ya no estás.
Me echo de menos.

viernes, 9 de marzo de 2012

Si yo fuera tú

Pasearía por el parque admirando cada hoja.
Me dejaría llevar por el cielo perdiéndome en el azul interminable.
Lloraría hasta quedarme dormida sin avergonzarme por ello.
Iría por la calle cantando sin importarme si piensan que estoy loca.
Escucharía canciones para que se me pusiera el vello de punta.
Me alegraría por haberme tenido tanto y tan bien.
Lucharía por lo que realmente quiero.
Dejaría de lamentarme por lo que pasó.
No pensaría lo que pasará.
Solo me importaría lo que pasa.
Sería consecuente con mis palabras.
Palabras que hablan mucho y no dicen nada.
Pediría que parasen el mundo para bajarme.
Y si no lo hicieran saltaría, porque la caída me daría lo mismo.
Correría, correría, sin parar, solo para alcanzar el algo, ahí me quedara intentándolo.
Vaciaría mi alma para volver a llenarla de nuevos universos.
No aceptaría un no por respuesta. Ni un nunca, ni un jamás.
Tampoco un para siempre.
Me bebería todo el agua del mar y vaciaría cada océano si con eso consiguiera no ahogarme.
Me soltaría al abismo vestida solo con una camiseta fina de algodón puro, sin ropa interior.
Conseguiría que el limón supiera a dulce, y haría helados con él.
Iría a buscar lo que añoro al país de nuncajamás.
Y allí le haría el amor una y otra vez como si no hubiera mañana.
Ya fuera contra una pared de mármol blanco, en la arena o volando.
Porque no hay mañana, solo hoy.
Solo hoy.
Solo hay hoy.
Construiría una casa en la playa, para que cada día vieras atardecer.
Y no existiría el miedo, ni la cautela, tampoco cabría el pesar.
Pensaría que, desafiando al resto, se puede vivir del amor.
Se puede. Se puede. Se puede. Y lo haría.
Regalaría sonrisas sin esperarlas de vuelta. 
Agradecería el tener pies, manos y dedos.
El tener corazón, alma y sentimientos.
El saber que no estoy vacía.
El saber que estoy viva y que todo tiene sentido.
Y me alegraría al darme cuenta de que nada ni nadie es capaz de hacerme sentir lo contrario.
Le diría a la sangre de mi sangre que les quiero, les adoro, les amo.
Que sin ellos no soy nada. 
Y lo mostraría a cada segundo que viniera.
Sería consciente de que  nada es eterno, de que todo lo que viene se va.
Estaría segura de que nunca es demasiado tarde.
Haría lo que me gusta y apartaría lo que me disgusta.
Bailaría bajo la lluvia, sin paraguas.
Preferiría morir a resignarme.
Callaría antes que mentir.
Dejaría de engañarme a mi misma.
Y no me daría por aludida al leer y al releer esto.




Si yo fuera tú.
Pero no lo soy.





miércoles, 29 de febrero de 2012

p.


Fragmento de El Principito



Autor: Antoine De Saint-Exupéry

Entonces apareció el zorro.

-Buenos días -dijo el zorro.

-Buenos días -respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta, pero no vio nada.

-Estoy acá -dijo la voz- bajo el manzano...

-¿Quién eres? -dijo el principito-. Eres muy lindo...

-Soy un zorro -dijo el zorro.

-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-. ¡Estoy tan triste!...

-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-. No estoy domesticado.

-¡Ah! Perdón -dijo el principito. Pero, después de reflexionar, agregó:

-¿Qué significa «domesticar»?

-No eres de aquí -dijo el zorro-. ¿Qué buscas?

-Busco a los hombres -dijo el principito-. ¿Qué significa «domesticar»?

-Los hombres -dijo el zorro- tienen fusiles y cazan. Es muy molesto. También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?

No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa «domesticar»?

-Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa «crear lazos».

-¿Crear lazos?

-Sí -dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...

-Empiezo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...

-Es posible -dijo el zorro-. ¡En la Tierra se ve toda clase de cosas...!

-¡Oh! No es en la Tierra -dijo el principito. El zorro pareció muy intrigado:

-¿En otro planeta?

-Sí.

-¿Hay cazadores en ese planeta?

-No.

-¡Es interesante eso! ¿Y gallinas?

-No.

-No hay nada perfecto -suspiró el zorro. Pero el zorro volvió a su idea:

-Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...

El zorro calló y miró largo tiempo al principito:

-¡Por favor... domestícame! -dijo.

-Bien lo quisiera -respondió el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.

-Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!

-¿Qué hay que hacer? -dijo el principito.

-Hay que ser muy paciente -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...

Al día siguiente volvió el principito. -Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.

-¿Qué es un rito? -dijo el principito.

-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días: una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. El jueves bailan con las muchachas del pueblo. El jueves es, pues, un día maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:

-¡Ah!... -dijo el zorro-. Voy a llorar.

-Tuya es la culpa -dijo el principito-. No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...

-Sí-dijo el zorro.

-¡Pero vas a llorar! -dijo el principito.

-Sí-dijo el zorro.

-Entonces, no ganas nada.

-Gano -dijo el zorro-, por el color del trigo. Luego, agregó:

-Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:

-No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Y las rosas se sintieron bien molestas.

-Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo todavía-. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.

Y volvió hacia el zorro:

-Adiós -dijo.

-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito, a fin de acordarse.

-El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.

-El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito, a fin de acordarse.

-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...

-Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito, a fin de acordarse



miércoles, 22 de febrero de 2012

Tú no.

Vida. 
Esperanza.
Única.
Sola. 
Perfecta.  
No llores. 
No sufras. 
Alma rota. 
Desasosiego. 
Yo te doy mi vida. 
Mi sangre. 
Mi verdad. 
Mi amor. 
Mis ojos. 
Mi piel. 
Mis manos. 
Mi todo. 
Ardo eternamente. 
No llores. 
No llores. 
Si lloras yo muero. 
Y sé que si muero llorarás. 
No sufras. 
No sufras porque caigo y no puedo sostenerte. 
No sufras. 
Yo sufro. 
Yo vivo. 
Yo lloro. 
Tú no.

viernes, 20 de enero de 2012

Bla Bla Bla

Hablemos.
Hablemos de profundidad.
Hablemos de ti.
De tu tú y de ningún otro.
Hablemos de mañana.
Porque ayer lo olvidé.
Hablemos de sueños.
Hablemos de vida.
Y de todo lo que nos queda.
Hablemos de bailes bajo la luna.
Hablemos de sonrisas.
O mejor de carcajadas.
Sinceras, puras, contagiosas.
Hablemos de música.
De canciones que muevan.
Hablemos de miradas.
De ojos sin lágrimas.
Hablemos de pasear.
En el río, en el parque o en la calle.
Hablemos de amistad.
De amor.
De amor fraternal.
Hablemos de desinterés.
Hablemos de la lluvia.
De las tormentas de verano.
De saltar sin paraguas.
En cada charco.
Hablemos de princesas.
Hablemos de sapos,
de gatos con botas
y de camaleones chungos.
Hablemos de lo que gusta.
Hablemos de abrazos.
Hablemos de café.
Hablemos de bondad.
Hablemos de morir.
Sin miedo.
Hablemos de caladas.
Y de infinitos cigarrillos.
Hablemos de perdernos.
De compañía.
Hablemos de osos, burros o papagayos.
De nadar con delfines.
De tomar el sol en la playa.
Hablemos con guiños.
Hablemos en silencio.
Hablemos durmiendo.
Hablemos de lo que quieras.
Pero hablemos.
Hablemos de ti.
De tu tú y de ningún otro tú.
Porque no hay más.

sábado, 14 de enero de 2012

Frío cálido.

Me apetece frío.
Me apetece lluvia y chimeneas.
Quiero botas, calcetines gruesos y gorros.
Chocolate caliente, porras y castañas.
Quiero besos.
Dulces, salados, amargos, largos y cortos.
Besos en las manos
y en los pies.
Me apetece acurrucarme en el sofá,
y que alguien me acaricie.
El pelo, la espalda, la cintura, el ombligo y el cuello.
Quiero salir, saltar y hundirme en la nieve.
Me apetecen arboles,
esos que nunca pierden las hojas.
Ni la sonrisa.
Quiero sol,
de ese que calienta lo justo.
Me apetece brisa de invierno.
Crema de manos.
Quiero amor.
Amor de verdad,
amor de eres tú y nada más importa.
Y nada más necesito.
Lágrimas de acero,
agujas de cristal.
Flores que superan cualquier tempestad.
Firmes, intrépidas.
Me apetecen columpios y volar.
Volar hasta el cielo.
Quiero ser un colibrí.
O un ruiseñor.
Frágil, maravilloso.
Armónico.
Libre.
Quiero saltar de un acantilado
y dejar que el mar me lleve.
Lejos, al abismo.
Mar helado, inmenso, interminable, grandioso.
Sin horizonte.
Me apetece soñar.
Soñar con ese alguien.
Mi grande.
Tan tan grande.
Ya no ha vuelto.
Lo extraño.
Sus abrazos, sin pausa, sin prisa.
Sus susurros, exactos.
Su cuerpo, perfecto, mio.
Sus manos, enormes.
Su efluvio, cálido y limpio.
Dormiría en la eternidad,.
Quisiera vivir cuando me siento morir.
Llenar el vacío de rosas.
Perderme en su olor.
Embriagar la vida.
Encontrar el mundo.
Sentirme pequeña gigante, 
niña valiente.
Pletórica y tranquila. 
Protegida.
Sin miedo.
Y ser feliz.
Solo eso.






viernes, 13 de enero de 2012

5'

Cuanto tiempo.
Cuantas horas.
Cuantos minutos.
Cada segundo rasca.
Cada golpe.
Pum,
pum,
pum.
Tormentas de arena,
infinitas,
me pican los ojos,
no puedo ver.
Hace días que estoy aquí,
puede que meses,
tal vez años.
Ya no lo recuerdo.
El viento me zarandea,
de un lado a otro.
Soy marioneta.
Titere.
Muñeco de trapo.
Sucio y triste.
Incapaz.
Magullado.
Solo, siempre solo.
Si hubiera más muñecos...
Ah, seria diferente, mejor.
Pero se fueron,
supieron salir,
y yo me quedé.
Creyendo que alguno me llevaría con él.
Ah, si quedara alguien...
Alguien con quien hablar,
del viento.
Ahh...
Que ingenua.
Me pregunto como será fuera.
Dicen que no hay arena.
Que los ojos no pican.
Que no tienes que gritar.
Que el viento no te lleva
y que el sol calienta.
Tiene que ser extraño.
Ah, si hubiera otro.
Creo que me quedaré por aquí.
Con el viento.
Solo un ratito más.
Solo cinco minutos.
Cinco minutos.