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martes, 31 de mayo de 2011

Sinsentido

Siempre hablo de quien quiero ser. De la persona en quien me quiero convertir. Quiero hacer esto, quiero hacer lo otro. Adelgazaré como mínimo seis quilos y como máximo once. Iré al médico más a menudo para que me explique esta vibración constante en mi oído izquierdo cuando los decibelios superan un mínimo muy mínimo (iPod culpable). Aprenderé a escribir aunque sea menos "cutremente". Probaré el mundillo del teatro (haciéndole caso a mi madre después de diez años). Clases de chino, de inglés y si me apuras intentar entender el francés. Este año las aprobaré todas. Iré todos los días a clase. Estudiaré como mínimo tres meses antes de que lleguen los exámenes para no agobiarme con las leyes de este nuestro país. La semana que viene iré a montar, la semana que viene, la semana que... Dejaré de fumar de una vez por todas (aunque no sé cómo me apañaré para escribir entonces). Haré deporte. Empezaré a quererme. Dejaré de odiarme por hablar tanto y hacer tan poco. Me aceptaré como soy. Nunca más pensaré que lo de los otros es mejor. Que los demás sí que saben lo que quieren de la vida. Que los demás sí que tienen personalidad. Porque los demás que hablan más que yo, dicen mucho menos y exageran lo poco que tienen para parecer mejores. Dejaré de admirarlos. Porque cada uno tiene su camino y su dicha. Porque cada uno hace su vida tal y como quiere que sea. Yo tengo una vida de quejas, victimismo, soledad y frustración. Tengo una vida llena de pesimismo y de no saber. Tengo una vida. Una vida que podría ser sumamente perfecta. Tengo una vida bloqueada. Tengo una vida triste. Es mi vida. No busco culpables ni ayudas, no busco compasiones, detesto el "compadecimiento". Detesto la debilidad. Y las mentiras. Nunca he entendido el por qué de mentir... lo complica todo. La gente no se da cuenta. Dejaré de preocuparme por el futuro y viviré el presente. Te querré sin pensar en que todo tiene un final. Dejaré de pensar que no sirvo. Que no se me da bien. Le echaré un par de cojones a la vida. Nunca más me esconderé detrás de mis gafas de sol. Seguiré gritando por la calle cuando me apetezca, oportuna o inoportunamente. Dejaré el pasado en su sitio, junto con las clases de ballet, el piano, la música, los caballos, la gimnasia rítmica, el tenis, el patinaje artístico, el intento de aprender a tocar la guitarra... Mil y una actividades inacabadas. Como todo en mi vida. "Inacabamiento". Seguiré inventándome palabras sin ton ni son porque estoy en mi pleno derecho de hacerlo. Dejaré de ser bruta para convertirme en una Barbie... En definitiva me estoy dando cuenta de que quiero dejar de ser yo para convertirme en alguien a quien amar, admirar y respetar. La pregunta del millón: ¿Por qué? Esta bipolaridad de saber pero no sentir. El cerebro habla pero el alma no acompaña. Inestabilidad. Descontrol. No se trata de ver el lado positivo y el lado negativo. Se trata de ver la realidad. Se trata de escoger alma o cerebro. Se trata de equilibrar. Se trata de tantas cosas. Estoy tan cansada. Veinte años. No corresponde estar cansada. Corresponde tener ganas de vivir la vida. Viajar, enamorarme, hacer locuras cada día, encontrarle un sentido a todo y seguir adelante, buscando cada día una motivación para continuar. No entiendo el por qué del cansancio. No debería. No espero que alguien me dé una respuesta. La respuesta la sé. La tengo. Pero el muro sigue ahí, en mis narices. Yo sigo aporreándolo con mis manos.  Unas manos que están empezando a sangrar por el esfuerzo. Igual es que necesito un pico, un martillo o vete tú a saber el qué. No es una lista de propósitos. No es un escrito para nadie. Es mio. No es una queja hacia mi vida. No es nada en realidad. Son solo pensamientos, dedos hiperactivos y ganas de fumar tomando poleomenta. Supongo que en el momento en que la persona a la que más adoras, admiras, amas, quieres, veneras, honras, respetas, idolatras y demás te dice que vas de víctima por la vida, que lo único que sabes hacer es quejarte y que no intentas remediarlo (a parte de intentar arrancarte del pecho el puñal que te acaba de clavar sin ningún tipo de miramiento) empiezas a plantearte muchas cosas y, aunque sea, tratas de plasmarlo en un blog de mierda para que quede guardado en el olvido o en el recuerdo. Pero guardado al fin y al cabo. No cambiaré, al menos a propósito (eso nunca sale bien). Será que me gusta ser como soy aunque sé que no debería. Será eso.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Hablamos de miedo
Nos quejamos.
Hablamos de mentiras.
Hablamos de desolación.
Hablamos de corrupción.
Hablamos de falsedad.
Hablamos de frustración.
Hablamos de envidias.
Hablamos de infelicidad.

Olvidamos las risas.
Olvidamos los momentos irrepetibles.
Olvidamos la verdad.
Olvidamos el sol, el verano y la navidad.
Olvidamos los sentimientos.
Olvidamos la bondad.
Olvidamos la generosidad.
Olvidamos una mirada.
Olvidamos.

Nos sentimos insignificantes,
pequeñas.
Tan llenas y tan vacías al mismo tiempo.
Tanto que dar al mundo.
Tanto que aprender.
Preciosas.
Perfectas.
Princesas sin maquillaje.
Repletas de melancolía.
Un cuerpo de vibraciones,
que se estremece con cada caricia.
Tan capaces de amar
Propensas a odiar.
Predispuestas a obsesionarse.
Ridículas y tontas en mil ocasiones.
Irracionales, comprensivas e impulsivas.
Sensibles hasta la médula.

Siempre al borde del abismo.
Siempre dando más de lo que reciben
y seguirán haciéndolo, a pesar de todo.
Porque son así.

martes, 10 de mayo de 2011

Frágil.

Tengo miedo.
Tengo miedo de romperme.
Huyo.
Corro.
Quiero gritar.
Que alguien me ayude.
Por favor.
No puedo.
Me ahogo.
Hace frio.
Llego a un precipicio.
La confusión me invade.
Saltar o retroceder.
Espejos por todas partes.
Música lejana.
No sé de donde viene.
Estoy llorando y no sé por qué.
Sé que me odia.
Me hace sufrir.
No consigo deshacerme de ella.
Es insoportable.
Agonía.
Me fustiga cada día de mi existencia.
Araña con fuerza,
dejando marcas invisibles.
Me hace sentir débil,
insensata,
fea,
gorda,
inútil,
fracasada.


Una vez más me quedo sentada al borde del precipio sin retroceder y sin lanzarme, como una niña pequeña que ha perdido a sus padres y que, aferrada  a un osito de peluche más grande que ella, intenta reconfortarse pensando en lo segura que se siente cuando su madre la arropa y le canta una nana antes de dormirse.


Despierto entre sudores, lágrimas y un dolor punzante en el pecho.
Me oprime y no puedo respirar.
Las sábanas, como de costumbre, hechas un jirón en el suelo.
Corro al baño desesperadamente
Vomito la cena de la noche anterior.
Me quedo sentada en el suelo del lavabo.
Con la cabeza entre las rodillas.
Sollozando.
Odiándome, otra vez, por no ser capaz de controlar.
Odiándome, otra vez, por no ser fuerte.
Odiándome, otra vez, por seguir odiándome.


Frágil.
Otra vez.

lunes, 9 de mayo de 2011

Memeces

Sentada en una terraza de Madrid.
Sorbiendo café.
Sabe a vida.
Amargo pero gusta.
Me enciendo un cigarrillo y me siento mal por ello.
No sabe a nada.
Me planteo dejarlo, como tantas otras veces, y me pregunto por que vuelvo a encender otro cada vez.
Pero hay algo diferente, algo que me gusta y me disgusta, algo que no entiendo, pero está ahí.
Miro los agujeros de mi camiseta y el billete de autobús que me ha costado más de lo esperado.
Pero no importa, ya no.
Los agujeros salidos de la nada son tan solo agujeros que, en otro tiempo, solo me molestaban a mí.
Y el dinero es algo inerte que viene y va.
Algo que le importa demasiado a demasiada gente, me incluyo, pero ha dejado de hacerlo desde un tiempo a esta parte.
El sol da fuerte y deseo que se me quede la marca de la camiseta y del tirante del sujetador azul que se asoma timidamente en ambos hombros, ni siquiera sé el por qué...
Quizá dentro de dos días, cuando me desnude en mi habitación delante del espejo vea las marcas y me acuerde de este momento.
De que estuve aquí.
De que este calor sofocante me reconforta igual que el café y que la gota de sudor que cae por mi espalda me hace cosquillas, igual que las lágrimas.
Cosquillas simpáticas.
Entonces recuerdo y me rio de mi misma por haber sentido vergüenza en mil y una ocasiones por sudar.
Me levanto y abro la maleta buscando desesperadamente un papel en blanco para escribir, me odio al comprobar que no llevo y, por primera vez, adoro mi móvil con teclas e internet.
Observo los rascacielos que hay a lo lejos.
Me gustaría estar en la azotea, una noche de verano.
Acostada mirando al cielo sin otra preocupación además de intentar no perder de vista la luna, ni tus ojos.
Aunque creo que la luna dejaría de importar en ese momento.
Escucho las conversaciones de las mesas contiguas y llego a la conclusión de que el ser humano es del género tonto.
Que la gente solo habla memeces.
Todos hablamos las mismas memeces insignificantes.
Conversaciones inútiles que se quedan en el aire.
Supongo que sirven para distraernos de lo verdaderamente importante, de las cuestiones existenciales que nadie hace pero que todos conocemos.
Nos encanta perder el tiempo y dedicarlo a hacer nada.
Nos encanta evadirnos y no ver así que el mundo se está yendo a pique.
A veces pienso que solo unos pocos desafortunados nos preguntamos que sentido tiene vivir, que sentido tiene la vida, en que momento seremos alguien, en que momento cambiaremos el mundo, en que momento podremos decir "soy importante".
En que momento la razón de nuestra existencia se basará en algo o en alguien.
Ellos pierden el tiempo hablando memeces y nosotros perdemos el tiempo preguntándonos otras memeces, sintiéndonos memos y esperando dejar de hacerlo algún día.
Pasa un rato largo y me acomodo en el autobús de gente con pasta suficiente para ello pero insuficiente para pagar el ave o un vuelo Madrid-Valencia.
Gente de quiero y no puedo.
Gente que se siente mejor yendo en un asiento ancho.
Me doy cuenta de que no lo necesito.
Aunque no hay nada malo en que guste la comodidad a pesar de tener que pagar por ella.
Descubro que te dan auriculares para poder ver la pelicula que echan... No funcionan.
A esto se le llama ser competente.
Así nos pasamos la vida, pagando por comodidades que no recibimos.
Y seguiremos haciéndolo.
Porque somos memos y hacemos memeces.
Cada vez veo mas fáctible irme a una aldea, comer lo que de mi huerto y mis cuatro cabras, ir a pescar de vez en cuando, leer en una hamaca a la sombra, escribir, nadar en el rio en verano, encender la chimenea en invierno, volver a escribir y dejar de pagar comodidades innecesarias... Dejar de lado el sistema de mierda que algún memo sin cerebro creó y no parecer un puto muñeco fabricado en serie que sigue los mismos pasos que el resto.
Solo pediría que la gente que me hace falta (que no es poca pero tampoco demasiada) estuviese conmigo y con las cabras...
Si alguien quiere apuntarse al plan, será recibido con los brazos abiertos (¡Muy abiertos!)


(P.d: ¿Algún alma caritativa puede corregir las faltas de este post? Mi BB es estupenda pero no me lo permite y yo también soy estupenda pero demasiado vaga como para releer lo que acabo de escribir y corregir una a una las mil burradas que habrá más arriba)