DT

DT

viernes, 25 de noviembre de 2011

V

Siento vergüenza.
De mi.
De mi yo.
De todo lo que hago, digo y pienso,
De todo lo que muestro y no muestro.
De todo lo que hice y de todo lo que haré.
Siento vergüenza del mundo que he creado.
De esto que no es real.
Por no haberlo hecho mejor.
Simplemente por haberlo hecho.
Por haber pensado que sería capaz de llevarlo sola.
Siento vergüenza por creer que podría mantenerme firme.
Al frente.
Pequé de ingenua.
Otra vez.
Fracasé estrepitosamente.
Otra vez.
Lo cierto es que no sé en que punto perdí el control.
Ahora busco desesperadamente la linea que divide la verdad de la mentira.
Me arrastro intentando encontrar.
Sé que existe. La tuve.
Ya no sé quien soy.
Ni siquiera sé quien está escribiendo,
ni porqué lo hace.
Creo que tengo un nombre.
Pero no me atrevo a pronunciarlo.
Creo que también lo inventé.
Ya no me queda voz.
La malgasté pidiendo ayuda.
Creyendo que llegaría.
Ingenua.
Me perfumo cada día.
Ni siquiera tengo olor.
No existo.
Maquillé tanto todo que se ha quedado en nada.
Decidí dejar de creer.
Decidí dejar de nadar.
Decidí ahogarme en mi misma.
Decidí seguir sintiendo vergüenza.
Al menos eso es lo que digo.
Aunque de vez en cuando me arrastro y busco.
Por si acaso.


Algún día acabaré con el mundo,
o el mundo acabará conmigo.