DT

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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Esperanza

Me consumo ente cenizas
Cenizas que nunca se apagan
Mientras espero
Espero 
Espero
Nunca hago nada
No me muevo
No siento
No hablo
Tampoco duermo
Solo espero
Espero
Espero
A que un día salga el sol
Me inunde de calor
De sentido
De valor
A que un día baje la luna
Y se quede a mi lado
Jurando lealtad
Mientras espero
Espero
Espero
A que un paso haga temblar mundos
A que una mirada mueva océanos
A que un pálpito derrumbe muros
Solo espero
Espero
Espero
Espero creer en algo
En alguien
Que me haga caminar
Que no deje que pare
Que no permita que caiga
Porque sola no puedo
No puedo
Llamadme esperanza
Porque ya más nada tengo
Llamadme ilusa
Porque espero
Llamadme loca
porque sé que el vacío está lleno
Mientras espero.
Espero.
Espero.
Solo espero.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Días de vino y rosas

Ya no quiero estar así
ausente, asustada, huyendo de mí.
Me he dejado arrastrar
por tu ambigüedad,
por la ilusión incierta de pensar que 
las cosas cambiarán.
Sabiendo que tu no lo harás.
Las personas no cambian 
y siempre al final,
se muestran como son.
Esa es la verdad
y a veces cuesta tanto de aceptar.

Se hunde el barco 
y yo me siento a esperar.
Una gota de vino
y música para olvidar.
Tu abandonas 
yo aguanto hasta el final,
Y con el agua al cuello
miro al espejo y me digo:
Deberías quererte más
No voy a dejar
que estas cosas 
nos vuelvan a pasar.

Yo merezco algo más
que morir entre flores o un justo final
Y no voy a esperar
ni un minuto más
No volveré a arrastrarme
ni a perdonar.

Se hunde el barco 
y yo me siento a esperar
Una gota de vino
y música para olvidar
Tu abandonas 
yo aguanto hasta el final
y con el agua al cuello
miro al espejo y me digo:
Deberías quererte más
No voy a dejar
que estas cosas 
nos vuelvan a pasar.
Deberías quererte más
No voy a dejar
que estas cosas 
nos vuelvan a pasar.
A pasar
a pasar
a pasar
a pasar...


Días de vino y rosas, La habitación roja.

viernes, 25 de noviembre de 2011

V

Siento vergüenza.
De mi.
De mi yo.
De todo lo que hago, digo y pienso,
De todo lo que muestro y no muestro.
De todo lo que hice y de todo lo que haré.
Siento vergüenza del mundo que he creado.
De esto que no es real.
Por no haberlo hecho mejor.
Simplemente por haberlo hecho.
Por haber pensado que sería capaz de llevarlo sola.
Siento vergüenza por creer que podría mantenerme firme.
Al frente.
Pequé de ingenua.
Otra vez.
Fracasé estrepitosamente.
Otra vez.
Lo cierto es que no sé en que punto perdí el control.
Ahora busco desesperadamente la linea que divide la verdad de la mentira.
Me arrastro intentando encontrar.
Sé que existe. La tuve.
Ya no sé quien soy.
Ni siquiera sé quien está escribiendo,
ni porqué lo hace.
Creo que tengo un nombre.
Pero no me atrevo a pronunciarlo.
Creo que también lo inventé.
Ya no me queda voz.
La malgasté pidiendo ayuda.
Creyendo que llegaría.
Ingenua.
Me perfumo cada día.
Ni siquiera tengo olor.
No existo.
Maquillé tanto todo que se ha quedado en nada.
Decidí dejar de creer.
Decidí dejar de nadar.
Decidí ahogarme en mi misma.
Decidí seguir sintiendo vergüenza.
Al menos eso es lo que digo.
Aunque de vez en cuando me arrastro y busco.
Por si acaso.


Algún día acabaré con el mundo,
o el mundo acabará conmigo.



viernes, 29 de julio de 2011

Mediodía.

Era mediodía, justo antes de la hora de comer.
Cogió el puñal colgado en la pared que tanto había odiado desde que se lo trajo de aquel absurdo viaje de negocios.
Nunca entendió para que servía.
Ahora lo sabía.
Agarró la empuñadura con fuerza dirigiendo la punta afilada hacia su pecho, clavó con fuerza desgarrando tejidos y rompiéndose las costillas, una por una, hasta que el hueco fue lo suficientemente grande como para meter la mano.
Se arrancó el corazón y lo contemplo un rato mientras latía, lentamente, como apagándose.
Pensó que sería un buen regalo.
Lo dejó sobre un plato en la mesa, junto a un cuchillo y un tenedor de la cubertería que le regalaron el día que contrajo nupcias.
Lleno la copa de vino tinto, ese que tanto le había gustado a lo largo de su corta vida.
El corazón seguía latiendo, como esperando que ocurriera algo.
Llego él.
Se sentó y empezó a comer.
Ni siquiera se paraba a masticar, tan solo tragaba.
Ella lo miraba como cada día, ensimismada en esas pestañas impropias de un hombre, en esa boca que podía con ella. Ensimismada sonriendo como una niña boba.
Se acabó el vino de un último sorbo y levanto la vista.
Por primera vez la vio, tirada en el suelo, rodeada de un liquido viscoso, granate, con el pecho abierto.
Estuvo observándola durante horas, o eso le pareció.
Incluso así, sin color en las mejillas, sin vida en su interior y con el delantal aún puesto, estaba preciosa, como aquella noche de verano que la conoció.
Suspiró y lamentó no haber saboreado con más detenimiento la comida que le habían preparado aquel día.
Desmembró su cuerpo y la metió en bolsas, de esas perfumadas que ella se empeñaba en comprar, seguía pensando que era un sinsentido, la basura olía de todas formas.
Bajó a la calle dirigiéndose al contenedor de la esquina, le dio las buenas tardes a la vecina y arrojó el cuerpo de la que había sido una parte de su vida.
Volvió a casa, fregó el suelo, limpió la sangre del puñal y lo colocó en su sitio. Conecto el lavavajillas y miró el reloj.
Salió de casa blasfemando porque llegaba tarde, se metió en el coche y se fue a trabajar como un día más.

martes, 5 de julio de 2011

Para ti.


Música. 

Música, mi vida.

Es una de las mejores cosas del mundo.

Te gustará.

Sentirás lo que nunca imaginaste, sentirás lo que creíste imposible.

No trates de entenderla, solo siéntela.




Mar. 
El mar, mi vida. 
Ve a verlo, es azul. 
Nada se puede comparar, inmensidad pacifica casi monstruosa. 
Espejo de cielo. 
Donde los ángeles lloran. 
Verás el horizonte y sabrás que allí está el fin. 
No trates de encontrarlo, muchos cayeron en el abismo de la locura y jamás regresaron.




Atardecer. 
Ve a ver el atardecer, mi vida. 
El silencio y la paz se apoderan del mundo. 
Los pájaros callan. 
Todo se paraliza y el día se convierte en noche. 
El viento espera, la naturaleza respira, cada poro suspira. 
La oscuridad se apodera del todo. 
Parece que llega la nada. 
Pero no temas, solo duerme hasta que la vida vuelva a resurgir y el sol caliente tu piel. 




Flores. 
También las flores, mi vida. 
Dignas de contemplar durante la eternidad. 
Dignas de ser llamadas perfectas. 
Puede que sea lo más hermoso que veas nunca. 
Colores que no imaginas bañan sus pétalos. 
Olores que, más que olores, son perfumes celestiales. 
Sentirás la suavidad de su aroma, intenso, sutil, extraordinario. 
Tan delicadas. 
Necesitan más cariño que agua. 
Necesitan más amor que aire. 
Solo comparables a las mujeres. 
Bonitas. 
Cuídalas.  
Con precaución, no confíes demasiado, algunas te harán sangrar. 




Observa el mundo, mi vida. 
El aire, siente el viento.  
Observa el todo.  
La lluvia, maravíllate con las nubes. 
Busca la preciosidad en cada cosa, todo la tiene, a su manera. 
El fuego, contémplalo en la distancia, es impresionante. 



Aléjate de la incomprensión. 
Muchos te dirán que no vales, que no sirves, que no existes. 
Olvida el no. 
Apénate por ellos, que no tienen la capacidad de disfrutar de la vida. 
Aférrate a la vida, es lo único que tendrás seguro hasta el final. 




No temas a la muerte, no temas nada. 
La muerte da paz. 
El fin da paz. 
Termina el dolor y el sufrimiento. 
Pero tampoco tengas prisa por llegar,
pues será tuya y de todos en su momento, 
aunque deje pena a su paso. 
Aférrate a la vida hasta que venga por ti.  




Y escribe, mi vida. 
Escribe para mi, aunque ya no esté aquí contigo. 
Escribe sobre lo hermoso, sobre la belleza, sobre todo. 
Escribe lo que te guste, escribe lo que te disguste. 
No odies, no sirve, solo corrompe el alma. 
Y tu alma es pura porque yo te la di. 
Solo tuya, para ti. 




Ama, mi vida. 
Ama como yo te amo a ti. 
Como si fuera lo único. 
Amarás tanto que te pesará, sentirás que te ahogas, que no eres capaz de abarcar tanto.
Verás que sí, aprenderás, e incluso te gustará amar así. 
No olvides que el que ama sufre, que amar duele, que la preocupación puede llegar a ser insoportable. 
Pero aún así ama. 
Amar es de valientes.  




Por último he de advertirte, 
no intentes comprender nada, 
no busques el sentido a nada, 
la vida no hay que entenderla, 
solo hay que vivirla, mi vida. 



El ser humano tiende a complicarlo todo. 
Tú debes ser más, mejor. 
Solo deja que fluya, fíjate en los ríos y se como ellos. 
Cae en todas las tentaciones, 
no tengas miedo, 
haz todo lo que quieras, 
pero se prudente.




Recuerda que estaré en cada momento, en el mar, en la música, en el viento, en las mil flores, en los ríos, en el cielo, estaré en cada amanecer y atardecer contigo, velando por ti, aunque no me puedas ver. 




Se feliz, mi vida. 




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martes, 28 de junio de 2011

No quiero.

Yo no quiero ser mayor.
Yo no quiero madurar.
Yo no quería darme cuenta de que el mundo da asco.
Yo no quería.
Yo no lo escogí.
Yo no quiero ser así.
No quiero convertirme en una más.
Una más con traje y sonrisa maquillada.
Una más que cada día se levanta para ir a un despacho que aborrece.
Una más que sigue órdenes.
Una más que para conseguir que su nombre resuene tenga que tragar mierda.
O chupar vete tú a saber el qué.
Otra más de tantas otras tantísimas.
No quiero eso.
Por qué siento entonces que no hay elección
Que me ha tocado vivir en un lugar en el que mentira, falsedad, envidia, competencia y más mierda son nuestros compañeros diarios.
Yo no quiero seguir a la masa.
Yo no quiero ser otra más.
No quiero eso para mí.
Yo quiero ser yo.
Mi yo.
Especial para mí.
Y para pocos más.
Pero seré yo.
Yo no quiero ser de plástico.
Yo no quiero seguir a ciegas la corriente cada día de mi vida para no llegar a ningún punto.
Estoy cansada.
Quiero huir.
Pero no se donde.
No hay lugar.
Mi sitio.
Solo mio.
No sé como he llegado hasta aquí.
Me perdí demasiado.
Quiero dormirme.
Que alguien me despierte cuando todo acabe.
Al menos allí estaré bien.
Ya no sé donde está la linea que separa lo real de lo irreal.
Y lo mejor de todo es que me da  igual.

Vuelve


Vuelves. 
Te metes en la cama y reptas hacia su parte donde, a penas hace cinco minutos, estaba durmiendo. 
Todavía está caliente. 
Huele. 
Inspiras todo lo fuerte que puedes intentando llenar el vacío que ha dejado. 
Intentando recordar cada segundo. 
Cada abrazo, cada beso, cada caricia. 
Cierras los ojos y vuelve a estar ahí. 
Contigo. 
Sabes que no es real pero no llevas intención de abrirlos, aunque sabes que tarde o temprano deberás hacerlo y se desvanecerá. 
Se irá otra vez.  
Volverás a llorar. 
Te das cuenta de que nunca te acostumbrarás a ver como se aleja. 
A ver como desaparece por la esquina. 
Luchas con todas tus fuerzas para que el temor a no verlo nunca más se esfume. 
Lo repites mentalmente una y otra vez: "no pasa nada, no pasa nada, nopasanada, no..." 
Te atragantas y abrazas tu cuerpo buscando un consuelo que no encuentras. 
Y, al fin, consigues dormirte. 
Esperando a que pase el tiempo. 
Otra vez. 
Aparece una sonrisa, viajas allí donde todo es mejor y termina.

sábado, 18 de junio de 2011

Cierra los ojos

Te voy a llevar a un lugar.
Un lugar donde las lágrimas no son lágrimas.
Son golosinas con azúcar glasé.
Un lugar donde el dolor se va cuando respiras.
Te voy a llevar  a un lugar que no es perfecto.
Porque lo perfecto solo existe en un mundo imperfecto.
Te llevaré a un sitio donde no hay que esperar a que la fruta madure.
Te llevare a un sitio en el que se sonríe mientras duermes.
Es un lugar que aquí describiríamos como bonito.
Te llevaré allí donde el cansancio y la agonía viven bajo tierra, sin oxigeno.
Allí donde la corriente de los ríos purifica el alma.
Te llevaré a un lugar en el que puedes esconderte cuando quieras.
Pero ya verás que no lo necesitas.
Es un lugar en el que, con solo cerrar los ojos, puedes conseguir lo que quieres.
Allí donde todo el mundo escribe por las mañanas y toma el sol por la tarde.
Allí donde cada día ver el amanecer y el atardecer se convierte en algo especial.
Te voy a llevar a un lugar donde la única adicción que existe es la vida.
Es mi lugar.
Mi lugar de música, de ruiseñores, de brisa, de verde, azul y marrón, de dulce, de silencio, de sol.
Mi lugar de dormir abrazados, mi lugar de pasear de la mano, mi lugar de nadar desnudos, mi lugar .
Te voy a llevar a un lugar en el que... serás feliz.

Cierra los ojos.
Ven conmigo.


jueves, 16 de junio de 2011

Tacones.


La niña que quiso calzarse unos tacones. 
El maquillaje no dejaba apreciar la cantidad de pecas que le cubrían la nariz. 
Ni lo sonrosadas que se le volvían las mejillas cuando algo no le gustaba.
Supo sonreír mejor que nadie.
Supo gustar.
Aprendió el arte de la seducción. 
Y supo hacer que el mundo girara a su alrededor. 
Olvidó que también tenía que aprender a andar con tacones si quería ir con ellos. 
Le pareció absurdo. 
Un día cayó. 
Y jamás consiguió volver a ponerse en pie porque nadie le enseñó. 
Sigue en el suelo, calzando sus tacones, esperando a que alguien la levante, esperando a que alguien le diga como hacerlo, esperando la eternidad, consumiéndose como las cenizas, convirtiendose en polvo.
Polvo...  
Enviado desde mi dispositivo BlackBerry® de Orange.

viernes, 10 de junio de 2011

Me gusta.


Conducir mucho y muchas veces.
Viajar lejos.
Pintarme las uñas de colores.
Llevarlas muy muy cortas.
Comer lo justo y necesario.
Y si es menos mejor.
Acostarme con las piernas estiradas en la pared.
Las fotos.
Hacer miles.
Salir en las fotos cuando tengo un buen dia.
La gente que sobrevive a pesar de todo.
El chocolate negro negro.
Sentirme guapa.
Que me hagan sentirlo.
Prácticamente todos los tipos de música.
Dibujar chorradas mientras hablo por teléfono.
Beber nestea sin azúcar.
Cantar como una loca mientras conduzco, me ducho o me aburro.
Ducharme muchas veces.
Llevarlo todo limpio.
Lo picante.
El café.
Las cosas limpias.
El buen olor.
Las orejas bonitas. Las maquinas de escribir super antiguas. Los tiovivos. Ver a gente que se quiere y que lo demuestren sutilmente, con un simple gesto.
Sonreír a la gente que se quiere.
Los dibujos animados tontos pero graciosos.
Como se quedan las manos después de lavarlas con un buen jabón.
Los bebés.
Escuchar musica a todo volumen y no enterarme de nada más.
Montar a caballo.
Los caballos en general.
Las mujeres embarazadas.
Ir a la playa.
Nadar.
Hacer topless.
Las gafas de sol.
El olor a nenuco.
Las tormentas de verano.
Las narices rectas .
El dia siguiente de acabar los exámenes.
El autocine.
Estar sola en mi casa. Un día en un parque de atracciones. El perfume de hombre.
Las cosas ácidas.
Los labios carnosos.
El vino tinto.
Echarme crema hidratante después de la ducha.
El olor a café.
El día después de la fiesta.
Hacer todo lo que no hago nunca para no tener que estudiar.
Aprobar un examen para el que no estudié.
Encontrarme a alguien que hace tiempo que no veo, y si es guapo, mejor.
Los hombres.
Los hombres con traje.
Los hombres sin traje. El boxeo. La espalda de un hombre.
Las manos cuidadas.
La mirada.
Los dientes rectos.
Las sonrisas sinceras.
Las carcajadas desproporcionadas.
Las risas contagiosas.
Quedarme empanada mirando algo.
Que me conozcan tanto que no necesite hablar.
Hablar! De todo y de nada, siempre.
Sentirme niña.
Pequeña.
Protegida.
La luna.
Que me susurren.
Un jadeo, gemido o similar. 
Hacer el amor.
Follar.
El sexo en si. La vitalidad que desprende la gente que hace buen uso de él.
La gente honrada.
La gente simpática.
Que alguien al que quiero me diga "cariño".
Que mi tia siga llamándome "rateta" después de veinte años.
La gente que sabe lo que quiere.
El cuerpo femenino, proporcionado, con curvas.
El pelo largo, suelto y ondulado.
Gustar.
El gusto.
La gente que es feliz porque sabe querer y quererse.
Los nenes a los que no se les entiende nada cuando hablan.
Darlo todo por alguien.
Que alguien lo de todo por mí.
Ser una princesa y sentirme como tal.
Envejecer.
Lo viejo.
El olor a coche nuevo.
Llevar moto, un poco menos que me lleven.
Llevar moto sin casco.
Galopar por la playa en verano.
Pasear por donde sea.
Lo romantico, no empalagoso.
Tener ilusión por algo.
Planear cosas.
Futurear.
Mirar el calendario cada dos por tres.
Que pase el tiempo muy muy muy rápido.
Que me aplasten cuando estoy tumbada.
Gritar.
Pasear de la mano.
Un buen Gintónic en mejor compañía.
Los delfines, de lejos.
Cocinar bien.
Aprender.
La paella de los domingos.
La barbacoa en vacaciones.
Desayunar al aire libre.
Las vacaciones. Los deportes de riesgo. El fresco del amanecer en verano.
El agua de rocío.
La novedad en las primeras semanas.
Acostarme tarde.
Levantarme temprano.
Bañarme de noche en una piscina.
Mirarme en el espejo.
El relax.
Las velas.
Escribir por escribir sin ninguna razón.
Los celos.
Posar para nadie.
Lo tradicional.
Imaginar las mil posibilidades a pesar de que no se cumpla ninguna.
La gente con el cerebro recto.
La gente loca.
Hacer el cabra.
Los dias en los que nada me importa.
Que nada me importe.
Saber que todo me importa en realidad.
Que mis padres bailen despacio.
Que se den un beso sin rozarse a penas los labios.
Los gritos que dábamos de pequeños cuando lo hacían.
La gente que lo sabe todo pero no los sabelotodo.
La gente que sabe sonreír aun estando destrozada por dentro que no la gente falsa.
La gente de méxico y de los paises del sur, en general.
La comida de casa.
Cerveza y bravas.
El huerto de mi tia.
Ir a ver a mi abuela.
Que me haga reír y que me cante el "perla preciosa".
Todo lo casero.
Mis amigas.
Cada minuto con ellas.
Que me necesiten tanto como yo lo hago.
Valencia.
Madrid.
Oviedo.
Praga.
Londres.
París.
El acento americano (no tanto el inglés).
La voz de hombre.
Un hombre sexy.
Bucear boca arriba viendo el cielo desde dentro del agua.
El starbucks cualquier dia a cualquier hora.
Leer.
Que lleguen a picarme los ojos por leer.
Dormirme después de haber leído.
Que me despiertes.
Con un beso, una caricia, un abrazo, soplandome en la cara o metiéndome mano.
Pero que lo hagas tú.
Verte dormir.
Despertarte siempre.
Molestarte mientras desayunas, comes meriendas o cenas. 
Que te enfades.
Enfadarme.
Ir al Ikea.
Discutir por discutir sabiendo que no llegaré a ningún lado.
Que me psicoanalicen y me digan cosas de mí que no sé.
Una casa con piscina terraza y una cama muuuy grande.
Mi casa.
Las sábanas de verano.
El sol colándose por los agujeritos de la persiana.
La gente que quiere cambiar el mundo.
La gente que lucha.
Los dias de risa floja.
La gente que cree en algo. 
El orden y la organización (aunque no sea practicante).
La muerte, la muerte en sí y el miedo que le tenemos.
La gente rara.
Lo raro.
Como cuida mi madre las flores.
Lo bien que cocina mi padre.
Lo que me quieren mis hermanos.
El saber que siempre estarán ahí.
Gina.
Su alegría al verme entrar por la puerta al cabo de varios meses.
El recibimiento en un aeropuerto después de un mes de viaje.
La gente que sabe mucho de algo en concreto, ya sea cine, plantas, tipos de cócteles tropicales, China, el buceo, aviones o el arcoiris.
Viajar en coche.
Un hombre conduciendo.
La musica que ponen mis padres en el coche. Recibir un sms, mail o similares porque sí. Las veladas de hace años en el jardín de mi prima.
Los primeros cigarrillos.
La gente con pecas en la cara.
El moreno de playa.
Perderme por ahí sin saber donde esta el camino de vuelta.
La gente que hace surf.
Un cuerpo fibrado.
Los rios.
Hacer de todo menos tomar el sol.
Las excursiones de cuando era pequeña.
Un tequiero que salga desde lo más hondo.
La gente a la que le cuesta decirlo.
Mi nombre.
Septiembre.
Reírme de todo.
Los regalos nada caros.
Celebrarlo todo.
El agua Bezoya.
Que sea por mí y solo por mí.
El carnaval de Venezia.
Parajes vírgenes.
Ver la facilidad que tengo para escribir sandeces.
Lo rápido que lo hago.
Perder el tiempo haciéndolo.
Saber seguiré haciéndolo hasta el día en que me quede sin dedos.
Todo tú y mi yo contigo.
Enviado desde mi dispositivo BlackBerry® de Orange.

martes, 31 de mayo de 2011

Sinsentido

Siempre hablo de quien quiero ser. De la persona en quien me quiero convertir. Quiero hacer esto, quiero hacer lo otro. Adelgazaré como mínimo seis quilos y como máximo once. Iré al médico más a menudo para que me explique esta vibración constante en mi oído izquierdo cuando los decibelios superan un mínimo muy mínimo (iPod culpable). Aprenderé a escribir aunque sea menos "cutremente". Probaré el mundillo del teatro (haciéndole caso a mi madre después de diez años). Clases de chino, de inglés y si me apuras intentar entender el francés. Este año las aprobaré todas. Iré todos los días a clase. Estudiaré como mínimo tres meses antes de que lleguen los exámenes para no agobiarme con las leyes de este nuestro país. La semana que viene iré a montar, la semana que viene, la semana que... Dejaré de fumar de una vez por todas (aunque no sé cómo me apañaré para escribir entonces). Haré deporte. Empezaré a quererme. Dejaré de odiarme por hablar tanto y hacer tan poco. Me aceptaré como soy. Nunca más pensaré que lo de los otros es mejor. Que los demás sí que saben lo que quieren de la vida. Que los demás sí que tienen personalidad. Porque los demás que hablan más que yo, dicen mucho menos y exageran lo poco que tienen para parecer mejores. Dejaré de admirarlos. Porque cada uno tiene su camino y su dicha. Porque cada uno hace su vida tal y como quiere que sea. Yo tengo una vida de quejas, victimismo, soledad y frustración. Tengo una vida llena de pesimismo y de no saber. Tengo una vida. Una vida que podría ser sumamente perfecta. Tengo una vida bloqueada. Tengo una vida triste. Es mi vida. No busco culpables ni ayudas, no busco compasiones, detesto el "compadecimiento". Detesto la debilidad. Y las mentiras. Nunca he entendido el por qué de mentir... lo complica todo. La gente no se da cuenta. Dejaré de preocuparme por el futuro y viviré el presente. Te querré sin pensar en que todo tiene un final. Dejaré de pensar que no sirvo. Que no se me da bien. Le echaré un par de cojones a la vida. Nunca más me esconderé detrás de mis gafas de sol. Seguiré gritando por la calle cuando me apetezca, oportuna o inoportunamente. Dejaré el pasado en su sitio, junto con las clases de ballet, el piano, la música, los caballos, la gimnasia rítmica, el tenis, el patinaje artístico, el intento de aprender a tocar la guitarra... Mil y una actividades inacabadas. Como todo en mi vida. "Inacabamiento". Seguiré inventándome palabras sin ton ni son porque estoy en mi pleno derecho de hacerlo. Dejaré de ser bruta para convertirme en una Barbie... En definitiva me estoy dando cuenta de que quiero dejar de ser yo para convertirme en alguien a quien amar, admirar y respetar. La pregunta del millón: ¿Por qué? Esta bipolaridad de saber pero no sentir. El cerebro habla pero el alma no acompaña. Inestabilidad. Descontrol. No se trata de ver el lado positivo y el lado negativo. Se trata de ver la realidad. Se trata de escoger alma o cerebro. Se trata de equilibrar. Se trata de tantas cosas. Estoy tan cansada. Veinte años. No corresponde estar cansada. Corresponde tener ganas de vivir la vida. Viajar, enamorarme, hacer locuras cada día, encontrarle un sentido a todo y seguir adelante, buscando cada día una motivación para continuar. No entiendo el por qué del cansancio. No debería. No espero que alguien me dé una respuesta. La respuesta la sé. La tengo. Pero el muro sigue ahí, en mis narices. Yo sigo aporreándolo con mis manos.  Unas manos que están empezando a sangrar por el esfuerzo. Igual es que necesito un pico, un martillo o vete tú a saber el qué. No es una lista de propósitos. No es un escrito para nadie. Es mio. No es una queja hacia mi vida. No es nada en realidad. Son solo pensamientos, dedos hiperactivos y ganas de fumar tomando poleomenta. Supongo que en el momento en que la persona a la que más adoras, admiras, amas, quieres, veneras, honras, respetas, idolatras y demás te dice que vas de víctima por la vida, que lo único que sabes hacer es quejarte y que no intentas remediarlo (a parte de intentar arrancarte del pecho el puñal que te acaba de clavar sin ningún tipo de miramiento) empiezas a plantearte muchas cosas y, aunque sea, tratas de plasmarlo en un blog de mierda para que quede guardado en el olvido o en el recuerdo. Pero guardado al fin y al cabo. No cambiaré, al menos a propósito (eso nunca sale bien). Será que me gusta ser como soy aunque sé que no debería. Será eso.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Hablamos de miedo
Nos quejamos.
Hablamos de mentiras.
Hablamos de desolación.
Hablamos de corrupción.
Hablamos de falsedad.
Hablamos de frustración.
Hablamos de envidias.
Hablamos de infelicidad.

Olvidamos las risas.
Olvidamos los momentos irrepetibles.
Olvidamos la verdad.
Olvidamos el sol, el verano y la navidad.
Olvidamos los sentimientos.
Olvidamos la bondad.
Olvidamos la generosidad.
Olvidamos una mirada.
Olvidamos.

Nos sentimos insignificantes,
pequeñas.
Tan llenas y tan vacías al mismo tiempo.
Tanto que dar al mundo.
Tanto que aprender.
Preciosas.
Perfectas.
Princesas sin maquillaje.
Repletas de melancolía.
Un cuerpo de vibraciones,
que se estremece con cada caricia.
Tan capaces de amar
Propensas a odiar.
Predispuestas a obsesionarse.
Ridículas y tontas en mil ocasiones.
Irracionales, comprensivas e impulsivas.
Sensibles hasta la médula.

Siempre al borde del abismo.
Siempre dando más de lo que reciben
y seguirán haciéndolo, a pesar de todo.
Porque son así.

martes, 10 de mayo de 2011

Frágil.

Tengo miedo.
Tengo miedo de romperme.
Huyo.
Corro.
Quiero gritar.
Que alguien me ayude.
Por favor.
No puedo.
Me ahogo.
Hace frio.
Llego a un precipicio.
La confusión me invade.
Saltar o retroceder.
Espejos por todas partes.
Música lejana.
No sé de donde viene.
Estoy llorando y no sé por qué.
Sé que me odia.
Me hace sufrir.
No consigo deshacerme de ella.
Es insoportable.
Agonía.
Me fustiga cada día de mi existencia.
Araña con fuerza,
dejando marcas invisibles.
Me hace sentir débil,
insensata,
fea,
gorda,
inútil,
fracasada.


Una vez más me quedo sentada al borde del precipio sin retroceder y sin lanzarme, como una niña pequeña que ha perdido a sus padres y que, aferrada  a un osito de peluche más grande que ella, intenta reconfortarse pensando en lo segura que se siente cuando su madre la arropa y le canta una nana antes de dormirse.


Despierto entre sudores, lágrimas y un dolor punzante en el pecho.
Me oprime y no puedo respirar.
Las sábanas, como de costumbre, hechas un jirón en el suelo.
Corro al baño desesperadamente
Vomito la cena de la noche anterior.
Me quedo sentada en el suelo del lavabo.
Con la cabeza entre las rodillas.
Sollozando.
Odiándome, otra vez, por no ser capaz de controlar.
Odiándome, otra vez, por no ser fuerte.
Odiándome, otra vez, por seguir odiándome.


Frágil.
Otra vez.

lunes, 9 de mayo de 2011

Memeces

Sentada en una terraza de Madrid.
Sorbiendo café.
Sabe a vida.
Amargo pero gusta.
Me enciendo un cigarrillo y me siento mal por ello.
No sabe a nada.
Me planteo dejarlo, como tantas otras veces, y me pregunto por que vuelvo a encender otro cada vez.
Pero hay algo diferente, algo que me gusta y me disgusta, algo que no entiendo, pero está ahí.
Miro los agujeros de mi camiseta y el billete de autobús que me ha costado más de lo esperado.
Pero no importa, ya no.
Los agujeros salidos de la nada son tan solo agujeros que, en otro tiempo, solo me molestaban a mí.
Y el dinero es algo inerte que viene y va.
Algo que le importa demasiado a demasiada gente, me incluyo, pero ha dejado de hacerlo desde un tiempo a esta parte.
El sol da fuerte y deseo que se me quede la marca de la camiseta y del tirante del sujetador azul que se asoma timidamente en ambos hombros, ni siquiera sé el por qué...
Quizá dentro de dos días, cuando me desnude en mi habitación delante del espejo vea las marcas y me acuerde de este momento.
De que estuve aquí.
De que este calor sofocante me reconforta igual que el café y que la gota de sudor que cae por mi espalda me hace cosquillas, igual que las lágrimas.
Cosquillas simpáticas.
Entonces recuerdo y me rio de mi misma por haber sentido vergüenza en mil y una ocasiones por sudar.
Me levanto y abro la maleta buscando desesperadamente un papel en blanco para escribir, me odio al comprobar que no llevo y, por primera vez, adoro mi móvil con teclas e internet.
Observo los rascacielos que hay a lo lejos.
Me gustaría estar en la azotea, una noche de verano.
Acostada mirando al cielo sin otra preocupación además de intentar no perder de vista la luna, ni tus ojos.
Aunque creo que la luna dejaría de importar en ese momento.
Escucho las conversaciones de las mesas contiguas y llego a la conclusión de que el ser humano es del género tonto.
Que la gente solo habla memeces.
Todos hablamos las mismas memeces insignificantes.
Conversaciones inútiles que se quedan en el aire.
Supongo que sirven para distraernos de lo verdaderamente importante, de las cuestiones existenciales que nadie hace pero que todos conocemos.
Nos encanta perder el tiempo y dedicarlo a hacer nada.
Nos encanta evadirnos y no ver así que el mundo se está yendo a pique.
A veces pienso que solo unos pocos desafortunados nos preguntamos que sentido tiene vivir, que sentido tiene la vida, en que momento seremos alguien, en que momento cambiaremos el mundo, en que momento podremos decir "soy importante".
En que momento la razón de nuestra existencia se basará en algo o en alguien.
Ellos pierden el tiempo hablando memeces y nosotros perdemos el tiempo preguntándonos otras memeces, sintiéndonos memos y esperando dejar de hacerlo algún día.
Pasa un rato largo y me acomodo en el autobús de gente con pasta suficiente para ello pero insuficiente para pagar el ave o un vuelo Madrid-Valencia.
Gente de quiero y no puedo.
Gente que se siente mejor yendo en un asiento ancho.
Me doy cuenta de que no lo necesito.
Aunque no hay nada malo en que guste la comodidad a pesar de tener que pagar por ella.
Descubro que te dan auriculares para poder ver la pelicula que echan... No funcionan.
A esto se le llama ser competente.
Así nos pasamos la vida, pagando por comodidades que no recibimos.
Y seguiremos haciéndolo.
Porque somos memos y hacemos memeces.
Cada vez veo mas fáctible irme a una aldea, comer lo que de mi huerto y mis cuatro cabras, ir a pescar de vez en cuando, leer en una hamaca a la sombra, escribir, nadar en el rio en verano, encender la chimenea en invierno, volver a escribir y dejar de pagar comodidades innecesarias... Dejar de lado el sistema de mierda que algún memo sin cerebro creó y no parecer un puto muñeco fabricado en serie que sigue los mismos pasos que el resto.
Solo pediría que la gente que me hace falta (que no es poca pero tampoco demasiada) estuviese conmigo y con las cabras...
Si alguien quiere apuntarse al plan, será recibido con los brazos abiertos (¡Muy abiertos!)


(P.d: ¿Algún alma caritativa puede corregir las faltas de este post? Mi BB es estupenda pero no me lo permite y yo también soy estupenda pero demasiado vaga como para releer lo que acabo de escribir y corregir una a una las mil burradas que habrá más arriba)

domingo, 3 de abril de 2011

Ya no.

Ya no recuerda nada.
No quiere.
Ya no.
Ya no ve.
Ya no piensa.
Tampoco duerme.
Antes le pregunté 
No respondió.
No quiso.
No pudo.
Solo la veo llorar.
Lágrima tras lágrima.
Creía que era incapaz.
Pero me sorprendió.
Una vez más.
Lloro con ella,
para que no se sienta sola,
pero de nada sirve.
Intento abrazarla.
No me deja.
Se aparta del mundo.
Le digo que todo pasa.
Que todo viene.
Que todo se va.
No me escucha.
Ya no.
No habla.
Solo llora.
A veces escribe.
Porque es lo único que le queda.
La veo.
Se aferra a la almohada,
y allí sigue.
Sin respirar.
No puede.
Ya no.

jueves, 31 de marzo de 2011

Nada

Busco la inspiración,
Escucho a Bach. Cierro los ojos. Manos temblorosas. Cien cigarrillos medio consumidos en el cenicero. El sol entra por la ventana, amenaza con largarse pronto prometiendo volver mañana. El cielo azul, un azul perfecto, tranquilizador y alegre, lleno de energía. El humo invade la habitación, se mueve con la música, despacio. La respiración, relajada, después de una ducha fría, de esas que te das en verano. El pelo, mi pelo, huele a champú barato, y a mi. Mi olor, que tantos aman y otros tantos desprecian, ese olor que nos caracteriza y nos hace únicos. Ese olor que despierta pasiones y recuerdos. Tu olor. Mil libros apilados en la mesita de noche a medio leer. El desorden habitual y frustrante me invade. La cama desecha por la siesta de después de comer. La cama que tanto me ha visto llorar, reír y disfrutar. Piel, piel blanca después de un invierno frío. Piel que ira volviéndose del color del café, poco a poco. El suavizante que utiliza mi madre, huele a casa, mi hogar. Al que tanto añoro, amo y desprecio. Pies fríos, siempre fríos, acomodados en las zapatillas. Llaman al timbre, abro los ojos y vuelvo a la realidad. Una realidad donde los olores no significan nada, tan solo son eso, olores. Donde no importa que la piel sea blanca o esté bronceada y donde mis pecas son solo puntos en los que nadie se fija. Bach termina y el sonido de la nada empaña el resto del tiempo hasta que salgo de casa.

lunes, 28 de marzo de 2011

Soledad.

Sola, 
como tantas otras veces.
Sola conmigo,
Sola con gente.
No es triste,
solo es soledad.
Por todos lados,
te atrapa,
se pega,
como una garrapata.
Un parásito
no deja vivir,
no permite avanzar. 
Te absorbe
hasta la última gota.
Y encima se ríe.
A veces la oigo susurrar.
Te miras en el espejo
y no sabes no lo que ves
qué sientes
qué quieres
quién eres.
¿Por qué me miras?
Tú.
Con tanta capacidad,
resuelves problemas ajenos
y no sabes afrontar los propios.
Golpeas, vuelves a golpear.
Tanta rabia,
odio.
Hacia nada,
hacia todo,
hacia ti.
Cobarde.
Inconsciente.
Inmadura.
Lloras.
Gritas.
Sin entender.
No debes.
Tampoco lo evitas.
Y allí  te quedas,
como siempre,
sola.
Odiando cada célula,
cada centímetro.
Un cuerpo
que estás harta de ver.
Te repugna.
Empiezas a pensar,
a preguntarte 
que día cambiarás,
vivirás,
te levantarás con ganas,
sonreirás.
De verdad,
sin fingir,
se te da bien.
Es un secreto.
Sabes la respuesta,
aunque cuesta escribirla.
Y por eso no lo haces.
Te calmas,
sonríes,
subes la guardia
y continúas.
Un día más.
Sola.