Hablemos.
Hablemos de profundidad.
Hablemos de ti.
De tu tú y de ningún otro.
Hablemos de mañana.
Porque ayer lo olvidé.
Hablemos de sueños.
Hablemos de vida.
Y de todo lo que nos queda.
Hablemos de bailes bajo la luna.
Hablemos de sonrisas.
O mejor de carcajadas.
Sinceras, puras, contagiosas.
Hablemos de música.
De canciones que muevan.
Hablemos de miradas.
De ojos sin lágrimas.
Hablemos de pasear.
En el río, en el parque o en la calle.
Hablemos de amistad.
De amor.
De amor fraternal.
Hablemos de desinterés.
Hablemos de la lluvia.
De las tormentas de verano.
De saltar sin paraguas.
En cada charco.
Hablemos de princesas.
Hablemos de sapos,
de gatos con botas
y de camaleones chungos.
Hablemos de lo que gusta.
Hablemos de abrazos.
Hablemos de café.
Hablemos de bondad.
Hablemos de morir.
Sin miedo.
Hablemos de caladas.
Y de infinitos cigarrillos.
Hablemos de perdernos.
De compañía.
Hablemos de osos, burros o papagayos.
De nadar con delfines.
De tomar el sol en la playa.
Hablemos con guiños.
Hablemos en silencio.
Hablemos durmiendo.
Hablemos de lo que quieras.
Pero hablemos.
Hablemos de ti.
De tu tú y de ningún otro tú.
Porque no hay más.
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